COVID Persistente en Niños y Adolescentes

A pesar de la creencia inicial de que los niños tenían un menor riesgo de desarrollar síntomas persistentes, los estudios actuales sugieren lo contrario. En este texto, analizaremos los síntomas más comunes y las recomendaciones clave para el diagnóstico y manejo de la enfermedad.

Aunque se ha reconocido que las características clínicas e inmunológicas de la COVID-19 difieren en niños y adultos, cada vez hay más evidencia que sugiere que las secuelas post agudas de la infección por SARS-CoV-2 también pueden afectar a la población pediátrica. Los niños no están exentos de experimentar síntomas persistentes después de la infección inicial.

La Realidad de la COVID Persistente en Niños

Aunque inicialmente se creía que los niños tenían menor riesgo de contraer COVID-19 y solían experimentar síntomas más leves, cada vez hay más evidencia que sugiere que algunos niños y adolescentes pueden experimentar síntomas persistentes después de la infección aguda. Estos son algunos de los síntomas más comunes:

  • Fatiga crónica.

  • Dificultad para respirar (disnea).

  • Síntomas neurológicos, como dolores de cabeza y mareos.

  • Alteraciones en el aprendizaje y atención.

  • Problemas de salud mental, incluida la ansiedad y la depresión.

Estimaciones de la Incidencia de la COVID Persistente en Niños

Las cifras sobre la incidencia de la COVID persistente en niños y adolescentes presentan una amplia variabilidad. La Academia Estadounidense de Pediatría, sugiere que las estimaciones oscilan entre el 2% y el 66%, pero un estudio reciente plantea que los jóvenes tienen un 78% más de probabilidades de experimentar complicaciones posteriores a la COVID-19, abarcando problemas tanto de salud mental como neurológicos.

Identificación y Manejo de la COVID Persistente en Niños

Una señal de alerta importante de posible COVID persistente en niños es la fatiga profunda.. Además, se ha observado que un porcentaje significativo de niños experimentan hipotensión ortostática al estar de pie, lo que puede provocar mareos y desmayos.

El manejo inicial de la COVID persistente en niños a menudo implica cambios en la dieta, como evitar el consumo de azúcar y carbohidratos refinados, y abordar posibles deficiencias nutricionales, como las vitaminas D, B12, B9, omega-3 y hierro.

Es fundamental reconocer que algunos niños con COVID persistente pueden ser diagnosticados erróneamente con depresión o TDAH, cuando en realidad están experimentando ansiedad y otros síntomas relacionados con su enfermedad física. Es esencial abordar tanto los aspectos físicos como los emocionales de la enfermedad para garantizar una atención integral.